Y por qué nO?

¿Hey, cómo estás?… Era otra conversación más, limitada a ser no más que una amistad. Me pregunto cuándo se dio la regla de «Nunca sentir algo por alguno de los amigos de tu hermano». Por qué sentir un sentimiento de culpa cada vez que se queda en salir  un fin de semana con el amigo de tu hermano. Y si es el amor de tu vida, por qué dejarlo pasar, y si se llega a comprender el sentido de la espontaneidad a sus anchas por qué aún uno puede sentir esas sansaciones de mal paso y de traición.

Quizás esta regla tácita ya dejó de existir o sigue vigente para algunos(yO), sin embargo, hay muchas consideraciones que se deben de tener en cuenta. Consideraciones que me resultan muy importantes. Por  ejemplo, si se trata del mejor amigo de tu hermano, el amigo con quien llegó a parar un aproximado de 20 horas a la semana y a quien llamaba para preguntar únicamente por su «brother»; quien resulta ser en poco tiempo tu pretendiente oficial,  quien ya no vaya a buscar con frecuencia  a su «brother»  con balón en mano, sino que es quien va ahora a buscar a la hermana del «brother» con rosas en mano. En este caso se podría experimentar los celos, incomodidad  hasta que el individuo se adapte a la nueva realidad. Son riesgos que se corren y nos plantean interrogantes sobre qué hacer para evitar los conflictos que se puedan suscitar con tu hermano y, el que podría presentarse entre tu hermano y tu oficial pretendiente. Y ¿ dónde están los mejores amigos?

Po otro lado, están los casos del hijo de la mejor amiga de tu mamá. Las mamás siempre van a estar de lado de sus hijos, supongamos que la mujer se queja con su mamá por las faltas de atenciones, y por su parte, el chico también se queje con su mamá por la falta de afectividad de la mujer. Ambas madres son amigas, y muchas veces las madres toman cartas sobre el asunto y ciertas veces estos asuntos provocan diferencias entre ellas. Y la pregunta ¿dónde están las amigas? 

No todos los casos se muestran así, hay casos que se asimilan de la mejor manera, y es más, el nuevo vínculo fortalece todas las interrelaciones en juego. Pero son todos estos análisis que desfilan con los segundos que nos tomamos para pensar una respuesta para un …me gustaría verte.

A papá

Ya van a dar las 4 de la tarde. Ya está saliendo de su trabajo. Debe estar caminando a paso ligero como acostumbra. Siempre prefirió ir caminando a su trabajo, quizás, es por eso que no vio la necesidad de comprar un carro, y es que trabaja a unas cuadras de nuestra casa.

Hoy es miércoles y estoy en mis clases de basketball en el Dibós. Es un coliseo enorme, tiene una cancha externa donde la mayoría de veces recibimos las clases, y además tiene espacios abiertos donde han colocado muchos tableros para poder jugar después de nuestras clases.

La cancha externa, a pesar de ser pequeña, me resulta más acogedora que el coliseo, y es que no me  siento tan pequeña como en el coliseo por las tribunas. El color frío de sus paredes y, en ciertas partes, la presencia  de afiches enormes, que amenizan más el ambiente y  combinan muy bien con los colores del piso de la cancha, me hacen sentir como si estuviese preparándome para uno de los campeonatos de basketball más importantes de toda la historia.

Y siendo ya las 5 de la tarde, por la entrada lateral derecha, se deja notar una silueta de una persona de sexo masculino. Es un señor de unos 50 años aproximadamente, estatura media, corpulento y de cabellos canosos que vuelan con el viento. Observa a todo el alumnado, es evidente que a alguien está buscando.

Gira a su izquierda, me ubica con la mirada y sus labios en su rostro colorado dejan ver una sonrisa. Es mi padre que ha llegado.

Actos sinceros

No pude decir que ya estaba amaneciendo, no quise ver que el sol ya estaba por salir…  nadie supo predecir y yo no me quise evidenciar… era el sol del que ya no podía escapar.

Toqué sus puertas y no me abrieron, toqué tu puerta y no era mi momento. Divagando en la nebulosa, me encontré recorriendo caminos equivocados. Busqué en mis noches y en mi reflejo, y solo encontré la nostalgia por un desacierto.

Ya qué más da… si muchos pensadores dicen que errar es humano, ¿y si están errando? pues ya están justificados…

Noches de nebulosa que tenían que darme tranquilidad, quería porfín un camino descartar. Si cuatro noches no fueron suficientes, creo que quiero una más… quiero encontrar mi lugar…

Pero ya no… no más nebulosa. No quiero andar sin saber a dónde voy. Yo no quise una chaqueta, no quise un hábito, yo quiero estudiar los mercados y predecir un impacto, pero, hacerlo a su lado…

Y me veo en la obligación de aceptar que fue muy tonto pensar que podía hacer mi vida sin él, alejándome de él y suscitando falsos sentimientos que se dejaban sentir en mi nebulosa.

Ahora, tengo la llave de mi corazón, hoy me dejaré en libertad. Dejaré atrás  aparentes fracasos por no saber corresponder, por creer que arruiné falsos amores. Ya no tengo más opción, ya no puedo refugiarme en más personas para alejarme de él. 

Hablaremos, esta noche hablaremos, y será mi última noche y seré feliz, porque ya no estaré escapando, porque seré sincera, porque hoy atacaré lo que me aqueja de raíz. Hoy el reflejo de mis actos estará delante de mí porque quiero actos sinceros

Amor de madre

Terminaba un día muy cargado, no podía pensar bien las cosas. Regresaba a mi casa y me estaban acompañando dos grandes amigos, sentía que todo me daba vueltas, no podía creer lo que estaba pasando. Viéndolos a mi lado «soy muy afortunada» pienso, la mayoría de mis amigos son leales, confiables y siempre están cuando los necesito, obviamente cuando se puede. Bruno se fue y me quedé con Fabián. Me estaba reanimando, él también estaba afectado y aún así me estaba animando, me sentía egoísta por momentos, en otros pensaba que ya debía meterme a mi casa pues en esos momentos no puedo apoyarme en personas, que casi estoy segura, sienten algo por mí.

Ya debo dejar de ser muy prejuiciosa.

Era la una de la madrugada cuando me iba a descansar, estaba demasiado triste y necesitaba alguien cerca, deseaba sentirme protegida, me sentía bloqueada. Antes de apagar mi computador, mi mejor amiga me decía «debería estar ahí a tu lado», yo sé que realmente deseaba consolarme, pero no se podía, y con todo lo que ya me había dicho ya era muy significativo para mí. Por otro lado, mi amigo me decía que llore mucho, que bote todo, que me desahogue para que mañana amanezca mejor. Él tenía razón, debía hacer eso, debía dejar de hacerme la dura y sacar todo lo que tengo dentro, ser sincera con mi dolor, conmigo misma. Me costaba mucho hacer notar mis deseos de llorar, aún soltando algunas lágrimas sentía mi dureza.

Como mi papá está de viaje la mayoria de las noches duermo con mi mamá, y esa noche no sabía qué hacer, mi mamá notaría mi estado, se diría a sí misma «mi hija está llorando, ella que siempre se muestra tan dura», deseaba hacerme chiquita y que ella me tenga en sus brazos acariciando mis cabellos y luego me decía a mí misma que no me puede ver así, no me puede ver caída. Me acosté y no soporté más, era mi interior que me pedía pronunciarse, eran mis deseos de que mi madre me tenga entre sus brazos consolándome como cuando era niña, deseaba sentirme protegida, deseaba que sepa lo que me estaba sucediendo, deseaba sacar todo lo que tenía dentro y que sea ella quien me consuele, ella que siempre lo había hecho jutno con mi padre, hasta que yo empezé a crecer y me empezé a alejar y empezé a ser más fría y poco demostrativa. Solo pasaron segundos para que ella me diga que te sucede con su voz tan dulce,  le decía que eran tonterías, sin embargo ella siguió preguntando, esta vez no pudo mi dureza, esta vez ganó mi interior, mi sensibilidad, y desaté en llanto.

Era la segunda vez que lloraba en los brazos de mi madre en diez años. No me sentí sola, sentí que ella estaba allí apoyándome, consolándome, ayudándome a superar esto, ayudándome a sentirme mejor.

Amanecí mejor, deseaba decirle gracias mamá por estar conmigo, me haces sentir que no estoy sola en esto, eres más que una madre; y aunque a ella también le cueste ser muy demostrativa es mucho para mí lo ha hecho. Te amo mamá.

Un paso adelante

Dispuesta a ser sincera y dar un paso adelante es lo que me motiva a escribir ahora, será que ya no encuentro otra forma de expresarme. Esta vez de una manera más  evidente.

¿La ley de la atracción funcionará aquí?, es muy probable. A pesar de las muchas cosas que tengo que hacer de alguna manera llego a leer  el blog de un compañero, por quien creía sentir algo,  y el de una chica de mi entorno. Eso es puro masoquismo, lo sé. Ellos se corresponden. Se viene un futuro más cierto que incierto. Siempre tuve miedo de eso.

A veces, como ahora, me siento engañada  por las cosas que en algún momento me dijo, quizás nunca las sintió y me las dijo por decir, quizás yo malinterpreté todo, o tan rápido me olvidó, ha pasado un més y aún lo tengo presente, cómo hizo él, quisiera encontrar la misma forma de olvido y porfín terminar con todo esto, es muy probable que fui la que quiso dar más. No quiero reclamar, no tengo razones para reclamar.

Me pregunto cómo me sentiré cuando los vea juntos, tomados de la mano. Yo sabía que en algún momento esto podría suceder, pero por qué con alguien del mismo entorno, por qué cuando es tan reciente. Por qué si aún estando confundida me duele tanto. Quizás me quiero engañar diciéndome que estoy confundida por muchas cosas. Por qué me hizo pensar que lo nuestro es algo fuerte, quizás eso fue lo que quise pensar.

Debería dejar ya de pensar en él por todas las cosas en suma que ha hecho y me ha afectado. Debería ya dejar de hacerme la dura y aceptar que soy débil y que esto me duele en el alma, quizás ya estoy exagerando. Debería darle chance a otras personas e intentar algo bonito. Debería olvidar ya.

Pero no puedo, sé que debo sacar esa frase, pero siento no poder, es el momento, no sé qué me ata a él, no entiendo por qué aún no puedo querer a otras personas de la misma forma que lo hizé con él, bueno en realidad sí entiendo, son la circunstancias. Qué es lo que tiene  que lo hace tan especial. Por qué mi corazón lo guarda celosamente. Es mi corazón o serán otras cosas que no quiero aceptar. Por qué suceden las cosas así.

Extraño mucho a mi papá.

¿Será que me duele mi soledad?

Puede  parecer raro, pero en realidad no me gusta que me halaguen, no me agrada sentir que mis mejillas se sonrojan, no soporto ponerme nerviosa y no saber qué responder, y es peor cuando esos piropos provienen de chicos «sospechosos», que puedan estar sintiendo algo por mí, porque no sé qué decirles para que no piensen que estoy correspondiendo. No quiero llegar a herir. Tengo miedo de no poder corresponder y cuando esté fuera de control, tengo miedo de su dolor…

Y me pregunto por qué sucede esto, por qué esto forma parte de mi aprendizaje, por qué me tengo que ver envuelta en triángulos amorosos, en amores prohibidos y en el dominio de mis miedos… por qué.

Por qué él es siempre muy atento conmigo, por qué se queda mirándome tanto tiempo, por qué me invita cosas tan seguido, por qué le importa tanto mi vida, porque siento que me admira, por qué sus ojos brillan, por qué intenta llamar mi atención, por qué es tan lindo conmigo, por qué me dijo que le gusto, por qué no la quiere… por qué siento esta impotencia de no poder corresponderle.

[…]

Por qué me escribió cartas, por qué respondió mi pregunta (¿sabes lo que es amar?), por qué creyó que se había enamorado, por qué me siguió, por qué me consoló, por qué siempre estuvo cerca, por qué me envió rosas, por qué se declaró… por qué lo quise tanto, por qué ya no está a mi lado, por qué no le dije te amo, por qué creí quererlo como hermano, por qué ahora lo extraño, por qué me duele que ha otra le diga te amo.

[…]

Por qué me coquetea, por qué me sonríe tanto, por qué me escribe tanto, por qué se acerca mucho, por qué el palabreo, por qué en el…

[…]

Por qué me guardó un verso para cada noche, por qué hablarme cariñosamente, por qué correr, por que no ir lentamente, por qué no me entendió, por qué en un mal tiempo de llegada,  por qué eso no estuvo a nuestro favor, por qué no quiso ser mi amigo por un tiempo definido, por qué quiso acelerar,  por qué ya no está acá. Neruda te nombra entre las líneas de sus versos, por qué ya no me las vienes a recitar.

[…]

Por qué me llamaba, por qué se preocupaba, por qué  usar pretextos, por qué no ser directo, por qué me dejó sin sus cuidados, por qué me acostumbró a tanto, por qué me despedí, por qué me alejé tanto, por qué no lo intentamos, por qué fue en un mal momento, por qué ya no me ve como antes, por qué no me esperó un poco más, por qué no se atrevió a hablarme, por qué me sigo lamentando, por qué ahora que ya no puedes ser para mí lo extraño tanto.

[…]

Por qué recurrió a mí, por qué me miraba así, por qué nuevamente me vio como una luz, por qué quiso caminar mal, por qué si sabía que eso estaba mal, por qué si ahora no está solo ya.

[…]

Por qué… fui débil, por qué le creí, por qué llegó más lejos sin mucho esfuerzo, por qué está más presente que los demás si el no mueve ni un dedo, por qué aún lo pienso si está más pendiente de otras que de mí.

[…]

Por qué insinuasiones mínimas y tímidas me emocionan tanto, por qué si no se puede, por qué es imposible si hace tiempo estaba esperando algo así, por qué las circunstancias se han dado así, por qué ahora si hace tiempo no me gustaba alguien de esa forma.

[…]

Por qué me sucede esto a mí, por qué se dejó vencer, por qué no me convenció de su amor, por qué no nació más en mí que un cariño de amistad, por qué se echó para atrás.

Yo sé que es parte del día a día, es parte de lo que nos toca vivir, es de lo que vamos a aprender; pero, por qué  siento una herida aquí, por qué las lágrimas están,  por qué el dolor interno…

¿Será que me duele mi soledad?

Y lentamente nos dejamos vencer

Se nos cayó la valentía y no la queremos recoger… avanzamos cobardemente, y lentamente nos dejamos vencer.

De qué se trata la vida entonces, si no queremos arriesgar. Qué sería la vida si nadie quisiera luchar. Y por qué sin luchar ya nos dejamos ganar.

Qué hacemos viviendo si no queremos vivir. Qué haces tú lamentándote allá atrás. Qué hago yo esperándote acá. Qué hacemos enpolvándonos por miedo.

Y qué hacer con nuestras manos si no queremos tocar, y qué hacer con nuestros ojos si no queremos mirar; y qué hacer con nuestros oídos si no queremos escuchar; y qué hacer con nuestros pies si no queremos caminar; y qué hacemos con nosotros si ya nos dejamos derrotar.

Cómo avanzar, si aún te espero en mi puerta; cómo, si aún me esperas y no sabes qué esperas en tu puerta; cómo, si aún esperándote te quiero lejos, muy cerca y a la vez tan lejos.

Guardando un sentimiento avanzamos cobardemente, y lentamente nos dejamos vencer.