AnáfOra

Mientras me asomaba por una de esas ventanitas de las que facilita a una la internet, me refiero al MSN, me fue inevitable escribir en mi mensaje personal una de esas frases que se te quedan grabadas con tan solo escucharlas una sola vez: «Ergo, no veo fracaso, sino por lo contrario una hermosa aventura bien cumplida» (Juan Ramón Jiménez), realmente preciso para mi verano, nada que lamentar, si por mis temores tardé en reaccionar será por los mismos que en otra oportunidad no volveré a desconfiar, realmente una hermosa aventura bien cumplida.
– Quién es el susodicho, dime quién es mi tío? a quién has flechado
Me preguntaba mi sobrinito al ver mi nick «algo» romántico acompañado de mi mensaje personal, siempre tan curioso mi pequeño sobrinito, quien ya le gana por una cabeza a mi primo, vaya que es muy chiquito. Yo me repetía la respuesta que le daría – ya quisiera poder volver a flechar a quien extraño…por qué diablos no me permito ser feliz, por qué sigo pensando en alguien a quien dejé partir si yo sé muy bien que ahora no podemos estar, o por qué no me doy ya una oportunidad y arriesgar… son tantas cosas que giran como trompo en mi cabeza – quizás mis razones por la que no puedo situarme en el punto de partida de una carrera en nombre del amor pueden sonar a pretextos, sin embargo  con mi amable, caballero, dulce y noble compañero ya empezé una carrera de fondo en nombre de la amistad donde solo el tiempo me anunciará el punto final, es una hermosa amistad la que vivimos o ¿vivíamos? que no queremos malograr, quizás que yo no quiero malograr, creo que no quiero que se me recuerde como la que provocó el final de una amistad ciegamente aceptada , finalmente espero que el tiempo haga su trabajo y lo sepa disipar.

Por ahora anhelo su presencia física ( algo normal,creo yo, del proceso del olvido) , él se encuentra lejos, una constante de distancia, sé que con solo ir al paradero y tomar un carro me podría encontrar tan cerca de él, respirando el mismo aire, sintiendo su calor, el calor del afecto que aún nos tenemos, pero las cartas ya están sobre la mesa, ya decidí, se me fue el tren -o quizás lo dejé ir- y la vida continúa, el planeta sigue girando, yo sigo andando. No merece que comparta con él los errores del los que yo tendré que aprender, me falta mucho por andar, mucho por llorar, me falta querer tener una relación, me falta vencer el miedo a una relación, me falta sentir fastidio por mi soledad. Él es tan lindo PERO… debo madurar.

Muchos vienen y muchos se van, pocos regresan a reafirmar y el resto, condenados por el olvido, en alguna parte del espacio están.

Por otra parte mi conducta, últimamente, responde a querer ser como el Tarzán que describe Alfredo Bryce Echenique en su novela «La amigdalitis de Tarzán», un tarzán muy optimista, constante, perseverante, un tarzán que no deja de sonreir; las únicas variaciones que se tendrían al referirse a mí serían con respecto al título, en mi caso yo lo cambiaría a: La Faringitis de Tarzán, y otra variación es que yo, Tarzán, estaría rezando, una vez más, para no ser mejor como amiga que como enamorada en mis próximas experiencias, mientras repito a los demandantes de mi solitario corazón «Acompáñame a estar solo», como dice el título de una de las canciones de Arjona.

 Te deseo tan lejos porque así puedo extrañarte, tan lejos porque así puedo desenamorarme, tan lejos porque así puedo ver un cielo claro, tan lejos porque tus ojos así no me intimidarán, tan lejos y tan cerca a la vez.

Tantas veces concluí en tus labios, tantas veces dije te amo, tantas veces me dejé ganar, tantas veces me dejé querer, tantas veces me dejé encantar, tantas veces me dejé llevar, tantas veces  y una más prometimos darnos otra oportunidad.

Quisiera tocar tus manos, quisiera rozar tus labios, quisiera tantas cosas, quisiera tantas nadas. Aprendí de tu ausencia,  aprendí del silencio, aprendí de tus recuerdos que así eres más dulce; más dulce el silencio de tu ausencia en mis recuerdos.